Egresadas, les tengo buenas noticias: el futuro es mejor. Casi cualquier cosa en la vida es mejor que lo que acaban de terminar, no tanto debido a la naturaleza malvada de la escuela secundaria, sino debido a la naturaleza demente de la adolescencia.
Discurso de Graduación-San Domenico School
Isabel pronunció el siguiente discurso para las graduadas, entre ellas su nieta Andrea, de la Escuela San Domínico en San Anselmo, California, el 5 de junio de 2010.
Estoy muy feliz de participar en este momento de sus vidas. Ustedes han permanecido cautivas en la escuela desde que eran niñas y ahora, finalmente, eso se acabó. ¡Felicitaciones! Gracias por elegirme como oradora, para mí es un honor, pero para mis nietas resulta bochornoso. Relájense, Andrea y Nicole, esto dura sólo diez minutos. Le pedí a Andrea, quien se gradúa hoy, que me ayudara con el discurso, y su consejo fue: “Sé breve y anda al grano. Nos gusta la comedia, así es que trata de ser graciosa, pero asegúrate que todo lo que dices sea apropiado para la Hermana Gervaise.” Me advirtió que no mencionara anticonceptivos, alcohol ni drogas, así que omitiré la mitad de los consejos que pleanaba darles. Ésta es la otra mitad: cuídense de las tarjetas de crédito, las armas, los abogados y los predicadores, y no se pasen de vivas buscando atajos y escapatorias para evadir sus responsabilidades. Además, traten de ganar algo de dinero, porque la pobreza es un fastidio. Bueno, esos son todos mis consejos.
Esta ceremonia es un rito de iniciación que marca el término de la infancia. Es excitante entrar en la vida adulta, pero también es triste despedirse de las amigas y dejar este santuario de San Doménico, donde han sido educadas y criadas. El cariño que le tienen a esta escuela me sorprendente. Se supone que uno tiene que SOBREVIVIR en la escuela secundaria, pero no tiene que GUSTARLE. ¡Yo odie la mía! Asistí a una antigua escuela británica donde los estudiantes debíamos memorizar la Biblia y venerar a la Reina de Inglaterra, usábamos un horrendo uniforme gris con un sombrero que parecía bacinica, y hasta el almuerzo era didáctico: si podíamos tragar hígado hervido, enfrentaríamos las adversidades de la vida con temperamento de acero.
Egresadas, les tengo buenas noticias: El futuro es mejor. Casi cualquier cosa en la vida es mejor que la escuela, no tanto debido a la naturaleza malvada de la secundaria, sino debido a naturaleza demente de la adolescencia. Las hormonas están descontroladas y el cerebro confundido, aparecen granos y pelos en lugares imprevisibles. Si eres una chica, CREES que eres fea; si eres es un chico, ERES feo. No tienes libertad ni dinero, y si trabajas te pagan casi nada. Tus padres son unos cavernícolas abominables que no saben nada de nada, te espían y se meten en todo. Tú los odias y probablemente ellos también, pero no te preocupes, a menudo eso es temporal. No ves las horas de irte de la casa, y nunca admitirías que eso te da miedo. Quieres independencia- conducir un coche, ir a fiestas y tener novio-pero te asusta afrontar los desafíos de la adultez. Es difícil renunciar a una cama limpia, comida de verdad en la mesa y alguien que te lave la ropa. En un mundo ideal, no sería una madre mandona, sino algún extranjero, digamos un ama de llaves muda. Me temo que no tendrás nada de eso, a menos que tus padres sean inmensamente ricos y moralmente ineptos. Por desgracia, con la independencia también vienen las responsabilidades. ¿Crees que sacar la basura es atroz? ¡Espérate no más! Ojalá no te hayan malcriado demasiado, porque una ley inevitable de la vida es que debemos dar tanto como recibimos; dame, dame, dame, sólo funciona con aciertos padres, no con el resto del universo.
Niñas, a la larga todo irá bien. No serán abandonadas en una zona de guerra, sólo en el College, y están mejor preparadas de lo que creen. Pertenecen a la generación más inteligente de la historia de este país. No la más valiente o la más resistente, pero sin duda la más informada, conectada, tecnológicamente capacitada y saludable. La mayoría de ustedes ya sabe lo que quiere y cómo lograrlo. Tienen confianza en sí mismas, por eso pueden confiar en los demás, y autoestima, por eso pueden respetar a otros. Han recibido la mejor educación posible en esta escuela y han aprendido a utilizar su capacidad y sus recursos para ayudar a los demás. Al dar, uno se vuelve rico; la única riqueza que cuenta es la del alma, todo lo de más se puede perder en un segundo. En mi caso, he empezado de cero varias veces. He tenido que empacar una maletita, cerrar mi casa con todo su contenido, e irme para siempre. Y les aseguro que en cada ocasión olvidé rápidamente lo que había perdido. Las cosas materiales son irrelevantes. Tarde o temprano tenemos que tirar por la borda nuestras posesiones, vanidades y ambiciones; sólo importa el bien que hemos hecho.
Mi hija Paula tenía un mantra, que hice mío después de su muerte prematura: “Sólo tienes lo que das.” En los años noventa ella estaba en España y yo vivía en California, porque me había encaprichado con una mericno. La lujuria inicial se transformo en amor y Willie es mi actual marido. La familia caótica de Willie me ha dado mucho material para mis libros y me todavía me pone a prueba constantemente. A menudo yo llamaba por teléfono a Paula a Madrid para quejarme, y ella, con paciencia, me permitía desahogarme y luego me ofrecía siempre el mismo consejo: “Mamá, ¿qué es lo más generoso que puedes hacer en este caso?” Funcionaba como magia. La generosidad es casi siempre la mejor solución en cualquier situación. Paula tenía veintiocho años cuando cayó en coma, debido a una rara enfermedad, y un año después murió en mis brazos. Es fácil dejar desprenderse de lo material; la verdadera prueba es despedirse de quienes más amamos. En fondo del duelo me acordé de su mantra y decidí que lo más generoso que podía hacer era crear una fundación para continuar la labor que ella hacía como psicóloga y maestra ayudando a mujeres y niños. Las mujeres siguen siendo las más pobres entre los pobres. Son explotadas, abusadas, obligadas a tener hijos que no pueden sustentar, vendidas en matrimonio prematuro, prostitución y trabajo forzado; se les niega educación y libertad; son golpeadas, mutiladas e incluso asesinadas con impunidad. Chicas de San Domínico: ustedes tienen mucho trabajo por delante. Nuestras hermanas menos privilegiadas necesitan nuestra ayuda. Cada vez que firmo un cheque de la Fundación siento a mi hija a mi lado: ella es feliz, y yo también.
Una de las cosas más difíciles de la adultez es aprender a elegir entre las múltiples opciones que se nos presentan. ¿Qué pasa si elegimos mal o dejamos pasar una oportunidad y arruinamos nuestro futuro? En mi experiencia, los eventos realmente importantes que afectan nuestro destino están fuera de nuestro control. Las cosas, tanto las buenas como las malas, suceden no más. Podemos cometer un montón de errores en la vida y salvo que hagamos algo realmente horrible y nos agarren, como asesinar, por lo general hay otra oportunidad a la vuelta de la esquina. Espero que nunca se sientan atrapadas en un callejón sin salida, sino que den la vuelta y empiecen de nuevo. He tomado decisiones absurdas que me han hecho daño a mí y a la gente que quiero, pero ya lo ven: aquí estoy, todavía de pie. Lo poco que sé, lo aprendí de mis errores, nunca del éxito. Y toda mi fortaleza-que es mucha-viene de superar malos momentos. La felicidad está completamente sobrevalorada. No hay nada malo con un poco de lucha y de dolor. Para una vida plenamente vivida, tendrán que asumir riesgos y sufrir. ¿Y qué más da? Según mi madre, si nada te duele, es que estás muerta.
El mundo que ustedes heredan no es bueno, pero es mejor que el que recibió mi generación. Nací antes de la Declaración de los Derechos Humanos, en la mitad de la Segunda Guerra Mundial, cuando los estadounidenses lanzaron bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, cuando millones de personas murieron en los campos de concentración nazis, y muchos más perecían cada año de hambre y enfermedades. Definitivamente NO era un mundo mejor. Siempre existe la tentación de ser pesimista, pero me niego a creer que el fin de la civilización está cerca. Creo que podemos destruir el planeta, pero también lo podemos mejorar. Nunca antes la humanidad ha tenido tantos recursos, tantos medios eficaces de comunicación, tanto conocimiento. En mi vida he comprobado que no retrocedemos, estamos progresando. Cuando era joven, el racismo, el trabajo infantil, la colonización, la tortura, las mujeres tratadas como seres inferiores, y muchas otras formas de abuso y de discriminación no eran ni siquiera tema de discusión, se daban por sentadas. Eso lo estamos cambiando. La generación de ustedes se apronta para asumir el poder. Es una generación que desea una existencia con significado, más que el éxito económico, quiere cambiar las cosas, está decidida a lograr la paz y proteger el planeta. El mundo es su hogar y piensan cuidararlo. Ustedes vivirán más largo, son más fuertes, más inteligentes, e incluso más altos que las generaciones anteriores-¡sólo mírenme! - nacieron con la habilidad de manipular computadoras, de imaginar el infinito, y de vivir en una dimensión virtual. Un iPhone viene sin instrucciones; se entiende que hasta un tonto puede hacerlo funcionar. (Yo no lo toco… podría robarme el alma)
¡Este momento les pertenece, muchachas! Con su mente abierta y su buen corazón, asumirán la misión de crear la ética del segundo milenio y soñar futuro. Yo también quiero participar en esa misión. Estoy vieja, pero no senil ni decrépita. Unámonos en la apasionante tarea de inventar un mundo más benevolente, donde prevalezca el amor por este planeta y sus criaturas.