Fragmento del audiolibro (de otra parte del libro).
Mi definición del término patriarcado tal vez difiere un poco de Wikipedia o el diccionario de la Real Academia. Originalmente significaba supremacía absoluta del hombre sobre la mujer, sobre otras especies y la naturaleza, pero el movimiento feminista ha socavado ese poder absoluto en algunos aspectos, aunque en otros persiste igual que hace miles de años. A pesar de que han cambiado muchas de las leyes discriminatorias, el patriarcado sigue siendo el sistema imperante de opresión política, económica, cultural y religiosa que otorga dominio y privilegios al sexo masculino. Además de misoginia - aversión a la mujer - este sistema incluye diversas formas de exclusión y agresión: racismo, homofobia, clasismo, xenofobia, intolerancia de otras ideas y de personas que sean diferentes. El patriarcado se impone con agresión, exige obediencia y castiga a quien se atreva a desafiarlo.
¿Y en qué consiste mi feminismo? No es lo que tenemos entre las piernas, sino entre las dos orejas. Es una postura filosófica y una sublevación contra la autoridad del hombre. Es una manera de entender las relaciones humanas y de ver el mundo, una apuesta por la justicia, una lucha por la emancipación de mujeres, gays, lesbianas, queer (LGTBIQ+), todos los oprimidos por el sistema y los demás que deseen sumarse. Bienvenides, como dirían los jóvenes de hoy: mientras más seamos, mejor.
En mi juventud bregaba por igualdad, quería participar en el juego de los hombres, pero en la madurez comprendí que ese juego es una locura, está destruyendo el planeta y el tejido moral de la humanidad. No se trata de replicar el desastre, sino de remediarlo. Por supuesto, este movimiento se enfrenta con poderosas fuerzas reaccionarias, como fundamentalismo, fascismo, tradición y muchas otras. Me deprime comprobar que en entre esas fuerzas opositoras hay tantas mujeres que temen el cambio y no pueden imaginar un futuro diferente.
El patriarcado es pétreo. El feminismo, como el océano, es fluido, poderoso, profundo y tiene la complejidad infinita de la vida, se mueve en olas, corrientes, mareas y a veces en tormentas furiosas. Como el océano, el feminismo no se calla.