En 1988 Isabel Allende publicó Eva Luna, una novela que narra la vida aventurera de una pobre joven de América Latina que encuentra amistad, amor, y un cierto grado de éxito en el mundo a causa de sus facultades como narradora. Su novela más ambiciosa hasta la fecha, Eva Luna fue descripta por el Washington Post como una “una cascada de historias [que] caen sobre el lector; historias vivas, apasionadas y humanas.” Ahora, en Cuentos de Eva Luna, Isabel Allende de nuevo nos presenta con un valioso tesoro de historias, mostrando una vez más porque Eva Luna (y su muy celebrada creadora) tiene un gran número de devotos lectores.
Comenzamos con Rolf Carlé, el europeo refugiado, periodista y amante que aparecía ampliamente en su libro anterior. Acostado en la cama con Eva Luna, le pide que le cuente una historia. “¿De qué?”, Pregunta. “Cuéntame un cuento que nunca les has contado a nadie antes. Invéntalo para mí.” Y entonces ella así lo hace, dándole a Rolf Carle y al lector veintitrés vibrantes, y encantadoras demostraciones de su arte. Aquí hay campesinos y gente rica, guerrilleros y adivinos, grandes bellezas y tiranos, lo desconocido traducido a algo indeleblemente familiar. Aquí esta Clarisa, “nacidos antes de la ciudad tenía electricidad, vivió para ver la cobertura televisiva del primer astronauta levitando sobre la luna, y ella murió de asombro cuando el Papa vino para una visita y se encontró en la calle por parte de homosexuales disfrazados de monjas”; El Capitán, quién esperó cuarenta años antes de proponerle casamiento a su pareja de baile; Horacio Fortunato, un dueño de circo y empresario, cuyo encuentro con una decadente mujer extranjera le obligará a dejar de actuar como un pícaro mientras él intenta cortejarla; Maurizia Rugieri, la cual abandona a su esposo e hijo por un joven estudiante de medicina, convirtiendo sus vidas en una ópera de su propio diseño; Nicolás Vidal, quién “siempre había sabido que una mujer le iba a costar la vida”, pero nunca sospecho que sería la esposa del Juez Hidalgo; Riad Halabí (a quien los lectores recordarán de Eva Luna), una vez más demostrando su preocupación y su sabiduría por el pueblo de Agua Santa; y Marcia Lieberman, la esposa de un diplomático europeo, cuyo breve romance con un Presidente de por vida de un país latinoamericano sin nombre tiene recompensas sorprendente.
Amor, venganza, nostalgia, compasión, ironía; Isabel Allende no deja ninguna emoción intacta en estos cuentos. Opulentamente imaginados, conmovedoramente relatados, estos cuentos confirman una vez más su lugar como una de las escritoras más importantes del mundo.